Movilidad sostenible

Calidad ambiental a través de la movilidad sostenible

La calidad ambiental y la movilidad urbana

La calidad ambiental en las ciudades es un factor que afecta directamente a la salud de sus habitantes. Cada vez es mayor el número de dolencias respiratorias o cardíacas, alergias, etc. que pueden definirse como una consecuencia directa de la contaminación del aire y, teniendo en cuenta que más de la mitad de la población mundial vive en una ciudad, es previsible que los problemas vayan en aumento. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha destacado la importancia de conseguir mantener un «aire limpio» en las ciudades.

En España, varias ciudades, entre ellas Barcelona, Madrid o Sevilla, han superado los niveles de contaminación atmosférica, alcanzando mediciones de dióxido de nitrógeno superiores a las establecidas. La movilidad urbana es la capacidad que tenemos para movernos dentro de una ciudad. Actualmente, resulta uno de los factores más determinantes en cuanto a la calidad del aire se refiere.

Esto es así porque los ciudadanos utilizamos asiduamente medios de transporte motorizados para realizar los desplazamientos dentro del entorno urbano y estos medios de transporte vierten, a través de la quema de sus combustibles, dióxido de carbono a la atmósfera empeorando el grave problema del efecto invernadero. El uso masivo y frecuente de vehículos motorizados no impulsados por combustibles sostenibles causa un rotundo impacto en el medio ambiente de la ciudad. Y por consiguiente, del planeta.

La movilidad social: factor en la calidad ambiental

La movilidad social es un concepto íntimamente ligado al de movilidad urbana. La acepción de movilidad social está fuertemente unida a la idea de clase social y puede darse de dos maneras.

La horizontal es la producida cuando un individuo cambia de lugar en el orden social sin cambiar de clase. Por ejemplo, cuando alguien cambia de lugar de trabajo y pasa a otro en un puesto similar con los mismo ingresos e igual estatus.

Vertical, ocurrida cuando la modificación conlleva asimismo un cambio ascendente o descendente dentro de una misma clase social. Este último tipo de movilidad social es el que puede considerarse con influencia en la movilidad urbana y esto se debe a la importancia que se concede al hecho de poseer un vehículo determinado como símbolo de éxito social. El coche se ha convertido en la sociedad actual en una demostración de movilidad social ascendente.

Es probable que cuando un individuo asciende en la estructura social pueda permitirse adquirir un vehículo. Tanto las estrategias publicitarias de las marcas de automóviles como de entidades de financiación, van destinadas a perpetuar esta creencia tan perjudicial para el medio ambiente. Es decir, cuantos más coches circulen por una ciudad, peor será su calidad ambiental.

En la búsqueda de una movilidad sostenible

El uso masivo del vehículo particular es el que mayor impronta ocasiona en la salud y en el medio ambiente. La semana del 16 al 22 de septiembre se conmemoraba la Semana Europea de la Movilidad 2019. En concreto, el domingo 22 de septiembre fue la fecha elegida para celebrar el llamado Día Mundial sin coche. Esta consiste en el cierre al tráfico rodado de determinadas zonas significativas en muchas ciudades.

La calidad ambiental deriva del tipo de movilidad que se haga dentro de la ciudad
El uso masivo de vehículos motorizados no impulsados por combustibles sostenibles causa un impacto nocivo en el medio ambiente

Sin embargo, esto únicamente es un guiño hacia el modelo de ciudad deseable que presente alternativas para alcanzar una movilidad más sostenible. Una auténticamente más comprometida con mejorar la calidad de su aire y su medio ambiente será aquella en la que, en primer lugar, fomentemos el uso de combustibles sostenibles y energías limpias y renovables.

Y, en segundo lugar, la utilización de bicicletas, del transporte público (que también habría que intentar impulsar a través de combustibles sostenibles y energías renovables) y de la movilidad a pie de sus residentes. Para alcanzar esto último, los urbanistas inciden en diferenciar el concepto de movilidad y de accesibilidad. La movilidad se refiere a la capacidad de moverse de los individuos. Por su parte, la accesibilidad es un concepto que se vincula a un lugar, bien o servicio. Así como la facilidad para llegar a los mismos.

Vehículo de menor impacto medioambiental

Por tanto, es lógico pensar que, si se alcanza una mayor accesibilidad, la movilidad urbana tendería a realizarse sin necesidad de utilizar vehículos a motor. Y esa accesibilidad podría lograrse mediante la «creación de cercanía». Esta es una noción propia de los urbanistas que designa un modelo de urbe caracterizado por las distancias cortas. Con ella se trataría de conseguir la mayor accesibilidad con la mínima movilidad a motor. Para ayudar a un desplazamiento más fluido de mercancías y personas, habría que intentar implantar transportes que lo faciliten.

Eso sí, con el menor impacto ambiental. Sin el uso de combustibles fósiles, por ejemplo. Y si de lo que se trata es de lograr el acceso a bienes, servicios o lugares, es donde entra en juego la llamada «creación de cercanía». Logrando que las distancias sean más cortas conseguiremos la movilidad autónoma para las personas. Por ejemplo, a pie o en bicicleta, patinetes eléctricos, etc.

Planes de movilidad para implantar una movilidad sostenible

En el marco de lo que podemos denominar «transición energética en el ámbito municipal», las ciudades deben tomar cartas en el asunto del deterioro en la calidad ambiental del aire y el cambio climático y posicionarse como sujetos activos con derechos y deberes propios. Y una manera primordial en la que puede implicarse una ciudad es la creación y puesta en marcha de planes de movilidad específicos destinados a lograr que sea cada vez más sostenible.

Un plan de movilidad urbana es un estudio socio-urbanístico del que se extraen conclusiones que sirven como herramientas para establecer propuestas y alternativas orientadas hacia la toma de medidas que incidan sobre la movilidad urbana y todo lo que ella engloba e implica. Estos planes son integrales cuando tienen en cuenta todos los aspectos comprometidos. Estos serían; gestión de los distintos tipos de movilidad urbana, red de transporte público, aparcamiento… Y son sectoriales cuando versan sobre un elemento concreto de la movilidad.

Por ejemplo, plan para la regulación del estacionamiento, para potenciar el transporte público, de movilidad peatonal, de movilidad ciclista, etc. En ambos casos, apostando por la sostenibilidad tanto en la movilidad como en la gestión de la misma para intentar mejorar la vida en la ciudad, su calidad ambiental y la calidad de vida de sus ciudadanos.