¿Te imaginas plantear un objetivo el lunes y testear su resultado el viernes? Design Sprint lo hace posible. Esta metodología agile está diseñada para reducir los tiempos de creación al mínimo posible.
Actualmente, los clientes exigen inmediatez. A esto se suma que los recursos económicos cada vez son más ajustados. Es entonces cuando la empresa debe actuar de la forma más eficientemente para satisfacer al consumidor y cumplir sus objetivos de rentabilidad.
¿Qué función tiene el Design Sprint en las empresas?
Como hemos mencionado, se trata de una metodología agile. Esto significa que permite la adaptación del trabajo a las diferentes condiciones de cada proyecto. Por lo tanto, ofrece ventajas como la flexibilidad y la inmediatez.
La característica principal del design sprint es que divide los proyectos en cinco fases que corresponden a cinco días. En cada una de ellas se desarrolla una parte del proceso de creación y, en el quinto día, nuestro producto estaría listo para ser testeado.
Las fases no son equitativas. Es decir, puede que concretar los objetivos requiera más tiempo que realizar un boceto, por ejemplo. Cada proyecto tendrá sus propias características y, como es común en estas metodologías, la empresa se adaptará por completo a las necesidades.
Al igual que la metodología SCRUM, está enfocada al trabajo en equipo. El trabajo cooperativo permite resolver los problemas y tomar decisiones con menos riesgos para los proyectos.
Su creador, Jake Knapp, pretendía alcanzar objetivos concretos y medibles. De esta forma se puede validar el concepto para su posterior prueba en clientes reales. Además permite no perder tiempo en funcionalidades innecesarias y aumenta el retorno de la inversión (ROI).
Design Sprint: cinco días, cinco etapas
Antes de contarte qué sucede en cada etapa, debes saber que en 2018 el design sprint fue actualizado. Esto supuso una nueva versión 2.0 que reduce aún más los tiempos.
En definitiva, el nuevo modelo necesita solo cuatro días para realizar los cinco pasos. No se reducen, por tanto, las fases. Sino que se optimiza al máximo el tiempo. Ahora sí, te contamos en qué consiste cada uno de ellos.
1. Investiga y define
El primer día es cuando debe reunirse todo el equipo para conocer el reto propuesto. Cada miembro puede aportar su visión y sus ideas. Posteriormente, deben definirse las tareas que desarrollará cada trabajador o trabajadora.
Finalmente, esta fase requiere una investigación para conocer los datos existentes y añadir otros. Entrevistas, mapas de empatía o análisis DAFO pueden ser de utilidad para lograrlo. Toda la información quedará recogida en un documento donde se definan las actuaciones y los insights obtenidos.
2. Haz un boceto
Se trata de que cada persona de forma individual plasme su solución. No es necesario tener conocimientos de diseño. Simplemente, trasmitir las ideas de forma clara. Debe ser un proceso que no lleve demasiado tiempo.
3. Decide
En el segundo día podemos empezar a tomar decisiones. Después de ver todos los bocetos con sus ideas, habrá que decidir cuál o cuáles se llevarán a cabo en la fase de prototipado.
Esta fase debe culminar con un storyboard. Todos los miembros del proyecto deben estar de acuerdo y las pantallas a prototipar deben estar bien definidas.
4. Prototipa las ideas
Basándose en el storyboard debe prototiparse la idea. No es necesario contar con todo el equipo en esta fase. El equipo de diseño será el encargado de desarrollar esta fase. No debe ser un prototipo de alta fidelidad, solo debe servir para mostrar las funcionalidades básicas y que aporte la solución buscada.
5. Testea con usuarios reales
Es el momento de reunir a un grupo de usuarios para validar el producto o servicio. Debe estar claro qué queremos preguntarles y cómo queremos que actúen. Luego, probarán nuestra idea.
Durante este proceso es vital tomar notas o grabar. De esta forma, podremos comprobar posteriormente cómo ha funcionado y recabar información de gran valor.
Diferencias entre Design Thinking con Design Sprint
Suena parecido pero no lo es. Ambas coinciden en los principios y herramientas. El design thinking es una forma de pensar. Una filosofía que sirve para estructurar nuestro pensamiento. Mientras que design sprint es la forma de llevar a cabo ese pensamiento. Una ejecución práctica y ordenada, en definitiva.
Estas dos metodologías pueden ser muy útiles tanto juntas como separadas. Pueden ser complementarias dentro de las empresas. Por ejemplo, si la empresa quiere realizar un proyecto. El design thinking puede realizar un análisis y entender la problemática. De este modo, se recaba información.
Por otra parte, el design sprint permite ejecutarlo en tan solo cinco días. Lo que facilita conocer cómo funciona el producto o servicio de forma real. Y sin necesidad de prolongar los procesos en el tiempo.
En conclusión, el primero es una carrera de larga distancia. Mientras que el segundo es un carrera de velocidad. Si juntamos ambas, podemos afrontar retos de distinta índole de manera efectiva.