eficiencia y eficacia

Eficiencia y eficacia: ¿cuál es mejor?

¿Es lo mismo la eficiencia y la eficacia? Y si son distintas, ¿cuál es más valorada en los perfiles profesionales? Una pista: son conceptos diferentes. Aunque a menudo se utilizan como sinónimos, este uso no es correcto.

La eficiencia hace referencia a la relación entre los recursos empleados en un proyecto y los objetivos alcanzados mediante este. Por lo tanto, esto significa que cuanto menor sea el número de recursos utilizados para alcanzar las metas, mayor será el nivel de eficiencia del empleado.

Cuando logramos un mayor número de objetivos recurriendo a una cifra igual o menor de recursos, también hablamos de eficiencia.

Por otra parte, la eficacia no tiene en cuenta el número de recursos implicados para alcanzar los logros. Es decir, se valora la capacidad de los profesionales para conseguir los objetivos propuestos.

Eficiencia y eficacia: ¿cuál es mejor para la empresa?

Una vez tenemos clara la diferencia es el momento de plantearse cuál es más beneficiosa para la empresa. Ambos términos hacen referencia a la consecución de los objetivos planteados.

Por lo tanto, la persona eficaz conseguirá los resultados esperados sin importar los recursos utilizados, mientras que la persona eficiente llevará a cabo las mismas tareas pero con menos recursos.

Por ejemplo, en un taller la persona eficaz alcanzará la tasa prevista de 50 unidades en una jornada de 8 horas. Sin embargo, el empleado eficiente tardará solo 6 horas en realizar la cantidad de producto previsto. Los dos tipos consiguen satisfacer los objetivos, pero el eficiente requiere menos recursos.

Entonces, ¿qué tipo de trabajador preferirá la organización? ¿Qué es más importante cumplir los plazos o reducir los recursos empleados? Nosotros creemos que la mejor fórmula es el equilibrio entre ambos. Y esto tiene un nombre: efectividad.

El concepto efectividad aglutina los dos términos anteriores. Ya que se define como una solución adecuada a alcanzar los objetivos pero con un gasto adecuado.

La persona eficaz conseguirá los resultados esperados sin importar los recursos utilizados, mientras que la persona eficiente llevará a cabo las mismas tareas pero con menos recursos

El cálculo matemático

Lo mejor de estas cualidades es que pueden medirse. Otras características son difíciles de valorar a nivel de cálculos matemáticos. Por ejemplo, según quien lo determine, una persona será más o menos empática.

Pero con la eficiencia y la eficacia existen fórmulas matemáticas que arrojan datos para elegir una u otra metodología:

  • Eficacia: (resultado alcanzado*100)/Resultado previsto. Esta fórmula tendrá como resultado un porcentaje, cuanto más se acerque al 100% más eficaz será.
  • Eficiencia: ((Resultado alcanzado/costo real)*Tiempo invertido)/((Resultado previsto/costo previsto)*Tiempo previsto). El resultado final ofrece una escala de valor donde si el grado es menor de uno será ineficiente.

Por otra parte, nuestro concepto híbrido, la efectividad, también puede calcularse a través de una fórmula: ((Valor de eficiencia+Valor de eficacia)/2))/Máxima puntuación.

Las cualidades más valoradas

Cada día más, las empresas son más exigentes en la demanda de profesionales. La formación académica es la base para adquirir los conocimientos necesarios para desarrollar los proyectos. Sin embargo, las habilidades sociales y laborales, más allá de desarrollar un proceso, son muy valoradas.

Ya que puedes tener un expediente académico impecable pero ser incapaz de desarrollar las tareas adecuadamente o relacionarte con tus compañeros. En este punto, entra en juego el departamento de Recursos Humanos.

El proceso de selección es una actividad determinante en las organizaciones. Del buen criterio de los responsables de RRHH dependerá que la empresa alcance sus objetivos o no. Por ello, es importante que analicen los perfiles e, incluso, que utilicen pequeñas pruebas prácticas para averiguar cómo se desenvuelven los candidatos.

No obstante, si tú eres el candidato ten en cuenta estas cuestiones. Decía Kapuscinski que para ser buen periodista hay que ser buena persona. Nosotros creemos que sea cual sea la profesión, los valores y habilidades personales no deben subestimarse.

Así que recuerda: encuentra tu equilibrio y sé un profesional bien valorado.