La educación es un arma que no requiere violencia, pero arroja grandes victorias. Históricamente ha servido para cambiar el mundo, acabar con las injusticias, e incluso, liberar a los pueblos esclavos. Actualmente continúa siendo vital para el desarrollo personal. Hoy vamos a hablar de María Montessori, nacida en el siglo XIX, fue una pionera de la docencia.
Esta revolucionaria del siglo pasado sentó las bases del conocido método Montessori. Antes de entrar en materia, debemos contextualizar la situación en aquellos años.
La Italia de aquel tiempo tenía una situación convulsa. Musssolini, tras varios intentos, llegó al poder. Con todo lo que esto significaba: fascismo. O lo que era lo mismo: recorte de las libertades. Y ya sabemos que siendo mujer, probablemente todo fuese más complicado.
Sin embargo, María Motessori no se mostró conformista. Sus ambiciones eran tan grandes que logró ser la primera mujer graduada en medicina en Italia. Asimismo, estudió ingeniería, biología, filosofía y psicología. Esto supone un hito para la época en la que vivió, donde la educación era un derecho al que pocos tenían acceso. Mucho menos siendo mujeres.
Pero como podrás intuir, Montessori era una mujer atípica. Su conciencia social la llevó a defender la igualdad de derechos y la explotación laboral infantil. El compromiso con las causas justas la llevó a trabajar en clínicas psiquiátricas y colegios con niños pobres. Ahí nació el método Montessori.
¿Qué es el Método Montessori?
La medicina del siglo pasado buscaba encarecidamente tratamientos para la sordera o la discapacidad intelectual. Sin embargo, María Montessori observó que lo que necesitaban aquellas personas, sobre todo niños, era pedagogía.
Fue en 1912 cuando publicó el Método Montessori, donde introducía conceptos educativos que continúan utilizándose a día de hoy. Gracias a esto se convirtió en la pedagoga más influyente del siglo XX. Aunque ahora nos parezcan cuestiones lógicas, en ese momento supusieron una gran revolución.
Su método consistía en fomentar el desarrollo personal de la independencia de los niños. Promoviendo la libertad con límites y la psicología natural. Así como su crecimiento físico y social.
Este modelo se caracteriza por impulsar el potencial del niño. Haciendo énfasis en las actividades dirigidas a los menores, mientras que el docente realiza una observación clínica. De este modo, el adulto actúa como colaborador ofreciendo su apoyo con materiales didácticos. El ambiente estructurado hace el que niño pueda obtener un desarrollo integral a través del trabajo libre.
Más allá de los centros educativos
¿Puede aplicarse el Método Montessori a adultos? Pues aunque al principio estuviese dirigido a niños, se ha demostrado que es útil también en personas de mayor edad. A menudo, nos obcecamos al realizar una tarea de forma inflexible. Esto es así y no hay otro modo. Sin embargo, sí que lo hay. Como el propio método explica, el aprendizaje se basa en la interacción con el entorno. Observar para aprender.
Metas y procesos
La confianza en uno mismo nos permite desarrollarnos eligiendo nuestro camino. Es decir, si nos enfrentamos a grandes dificultades en el trabajo puede que ese no sea nuestro objetivo o que no lo estamos tratando con los recursos adecuados.
Puede que una actividad lleve años realizándose de un mismo modo, no tengas miedo a cambiar los procesos si para ti son más eficientes. No fuerces, confía en ti.
Las metas y objetivos han de fijarse de un modo realista y dejando cierta libertad. De este modo, si no se consiguen no generarán frustración en el trabajador. Aprender cada día de nuestro puesto es clave para adquirir los conocimientos necesarios para enfrentarnos a los retos.
Fomentar la creatividad y las habilidades personales es vital para avanzar en el aprendizaje individual. Por lo tanto, el individuo debe encontrar su modelo personal y comenzar su desarrollo.
En este mismo sentido, es importante evitar las interrupciones. Busca momentos que te permitan conectar con tu espacio mental. De este modo, la innovación y la imaginación podrán evolucionar.
Conecta con tu comunidad
Cuando se creó este método, Montessori pensó que era necesario formar una comunidad con grupos de edades distintas. De este modo, los pequeños encontrarían apoyo en los más mayores, y estos sentirían su capacidad de orientarlos.
En los entornos laborales, incluso personales, podemos encontrar divisiones. Bien por afinidad, por grupos de trabajo o distinguidos por su poder en la empresa. Sea cual sea la forma de agruparse, lo importante es cómo influyen unos en otros.
Por ello, debemos tener en cuenta que nuestro mentor no debe ser una persona inalcanzable para nosotros. Podemos encontrar orientación en aquellos que nos rodean, con quienes compartimos el día a día.
En este punto, se vuelve imprescindible la conexión con tu comunidad. Ellos servirán de base en tu aprendizaje. Al igual que tú lo harás con otros individuos. Se forma así una cadena de “favores”, cada acción permuta en una persona y mejora su aprendizaje.
Juega en tu trabajo
No queremos decir que dejes de realizar tus labores para ponerte a jugar. Sino que introduzcas pautas divertidas y creativas en tus actividades en la empresa. Montessori era una firme defensora de dejar libertad para encontrar nuestra mejor versión.
Pensar que todos los individuos son iguales es un error. Cada uno tiene sus necesidades, sus ritmos y sus modos de trabajar. Potenciar la personalidad de cada uno de ellos fomentará el desempeño de las tareas adaptadas a cada persona.
La diversión en el trabajo es fundamental. Si estás incómodo, esto se reflejará en tu actividad. Por ello, aprovecha tus puntos fuertes y sácales partido.
Método Montessori: ¿beneficia la inserción laboral?
Aportar por una educación alternativa a la tradicional puede tener ventajas en el mundo laboral. Los valores que fomenta este método cada día son más demandados por las grandes empresas en el proceso de selección de personal.
El trabajo en equipo es una de esas habilidades que están de moda actualmente. Saber realizar una actividad en grupo, escuchar, comunicar,…es fundamental para las organizaciones. Y cada vez lo es más.
Asimismo, carecer de unos objetivos o metas obligatorios durante la educación hace que no se promueva la competitividad entre compañeros. Fomentando, una vez más, que la suma de las partes es mayor que el todo. Cada uno podemos aportar grandes cosas sin necesidad de perjudicar al resto.
De igual modo, entender que cada persona es distinta sirve para conocer otros puntos de vista. Otros modos de realizar un mismo proyecto o conocer los intereses ajenos. De este modo, los profesionales están preparados para enfrentarse al mundo laboral. Aportando una visión más abierta, sin miedos y con herramientas para solucionar los retos que surjan.
Por otro lado, los alumnos que reciben educación mediante este método tienen libertad para moverse por el aula y explorar según sus intereses. Esto hace que aprendan con interés y entusiasmo aquello que les llama la atención. Esto fomenta la creatividad y el pensamiento lateral, necesarios para resolver los problemas que surgen en el mundo laboral.
Y tú, ¿qué prefieres educación tradicional o educación alternativa?