Este debe ser, sin duda, el siglo del medioambiente, del desarrollo sostenible y del impacto ambiental. Los retos de reducir y lucha contra la contaminación, los residuos y el cambio climático son claves para la supervivencia. El consumidor lo sabe y lo valora en sus compras para reducir el impacto ambiental. La administración regula en este sentido poniendo unos límites de protección más estrictos para favorecer la protección ambiental. Las empresas punteras y sensibilizadas han optimizado sus procesos para ser más eficientes. Ya que la eficiencia en la gestión del impacto ambiental afectará a su cuenta de resultados.
La adopción de un compromiso medioambiental atañe solo a la empresa, pero las Administraciones Públicas deben incentivar la evolución empresarial y la reducción del impacto ambiental. Es decir, cambiando del viejo “quien contamina paga” a un más lógico “quien conserva gana”. No solo gracias a las ayudas, subvenciones o desgravaciones, sino debido a que la organización mejora su imagen. La empresa al mostrar mayor conciencia medioambiental tiene una imagen positiva ante sus trabajadores y ante la sociedad. Todo ello favorece el grado de aceptación de sus productos por parte de los consumidores.
El cambio empresarial para un desarrollo sostenible
Anteriormente, las empresas solo se preocupaban de los residuos generados por ellas en sus propias instalaciones durante la producción. Esto se conocía como «de puerta a puerta». Posteriormente avanzaron un paso más en lo que se conoce como «de la cuna a la puerta». Después se amplió a «de la cuna a la tumba». Ahora se trata de llegar a «de la cuna a la cuna», es decir, la economía circular. Evidentemente el efecto que tendrá la empresa sobre el medio natural dependerá de los siguientes aspectos:
- Producto fabricado o servicio prestado.
- Eficiencia del proceso y tecnología aplicados.
- Materias primas y recursos necesarios.
- Consumo de materias primas y recursos.
- Tamaño y localización de las instalaciones.
- Características del entorno.
Después de todo, si pretendemos tener un desarrollo sostenible de acuerdo al Informe Brundtland, tenemos que pensar que “lo que hoy disfrutamos solo es un préstamo de los que mañana vendrán”. Pero no solo es cumplir por cumplir la legislación medioambiental, eso es la base. A partir de ahí la organización debe seguir políticas medioambientales que calen en sus empleados, sus colaboradores y sus clientes.
¿Qué estrategias puede seguir una empresa de cara al medioambiente?
- Producir bienes y servicios respetuosos con el entorno, reduciendo su impacto ambiental y favoreciendo la creación de riqueza local. Es decir, en el entorno local donde está instalada.
- Entender que todas las actuaciones dirigidas a la mejora, eficiencia y calidad de sus procesos son una oportunidad. Tanto para el negocio y como para la protección ambiental.
- Implicarse en el ámbito social local, siendo partícipe de los problemas ambientales de la sociedad:
- Favorecer actividades medioambientales como emitir informes de sus logros medioambientales.
- Ayudar a la mejora ambiental local.
- Realizar actividades formativas para los trabajadores y sus familias.
- Crear becas en investigación ambiental.
- Efectuar actividades lúdicas relacionadas con la naturaleza.
- Crear foros y/o eventos que favorezcan el diálogo con socios, empleados, proveedores y agentes sociales.
- Junto con la calidad y la seguridad, el medioambiente debe ser un pilar del funcionamiento de la empresa y la base de su política. Enfocando su funcionamiento en minimizar la generación del impacto ambiental:
- Aplicando las buenas prácticas medio ambientales.
- Teniendo una producción limpia.
- Utilizando energías renovables.
- Ejecutando eficiencia energética.
- Reciclado.
- Reutilizado.
- Reduciendo sus residuos.
- Un medioambiente sano favorece una sociedad sana y una nueva economía libre de muchas cargas debida a la contaminación.
Es un camino largo y necesario
Para considerar respetuosa e integrada con el medioambiente una empresa, ésta debe pasar por unas etapas de transición. Siempre con la mente puesta en la reducción de su impacto ambiental. Las etapas serán, en ocasiones, origen de conflictos internos (el clásico miedo al cambio). Es por ello que se deben enfocar de un modo progresivo, para así conseguir buenos resultados. Para conseguirlo, la dirección debe implicarse y motivar la implicación de todos los componentes de la organización. Los equipos que deban llevar a cabo la transición deben contar con el total apoyo de la dirección. Esta transformación de ser una empresa “normal” a una empresa respetuosa con el medioambiente, sostenible y con el mínimo impacto ambiental debe verse plasmada en informes como la memoria de sostenibilidad. A primera vista puede verse como una simple imagen corporativa o una estrategia de marketing (greenwashing), pero va más allá:
- Trasmite de un modo global y transparente la información relevante a los grupos de interés.
- Al operar bajo unos criterios internacionales reconocidos permite la comparación de los datos ofrecidos.
- Coordina y planifica la estrategia empresarial, permitiendo una mejor toma de decisiones. Además de vislumbrar los futuros riesgos a los que se puede enfrentar la empresa.
- Mejora la imagen de la empresa y favorece las relaciones con el entorno de la entidad.
La complicidad del trabajador es la piedra angular
Está claro que a la hora de implantar una nueva política ambiental, siempre nos encontraremos con la resistencia al cambio. Sobre todo en entidades tradicionalistas, así que una adecuada política de recursos humanos ayudará a adoptar cualquier sistema de gestión:
- Se debe fomentar la formación e información del trabajador
- Fomentar también la formación e información hacia la propia directiva
Por otra parte la tendencia social hacia un consumo responsable y un desarrollo sostenible ha contagiado a las empresas. Por ello el trabajador juega un papel importante aportando sus conocimientos y sugerencias. El trabajador debe verse motivado y entender que el respeto al medioambiente es una estrategia empresarial válida. La empresa, con una adecuada política de recursos humanos, transmitirá al trabajador los conocimientos para poder cumplir con los requerimientos medioambientales y estimulará al trabajador a poner en práctica esos conocimientos adquiridos. Es decir, la información, la formación y la participación serán claves para el éxito de la política medioambiental.
En el momento actual, sólo serán competitivas, aquellas empresas que se vuelvan eficientes y respetuosas con el entorno natural, haciendo que su impacto ambiental sea positivo y no negativo. |
El ciudadano también cuenta en el impacto ambiental
A parte de ser empresarios, gestores, mandos, técnicos o trabajadores de cualquier nivel somos ciudadanos. Consumimos bienes y servicios y nos preocupamos, o deberíamos preocuparnos, de nuestras acciones y el impacto ambiental que tienen en nuestro entorno. Si las empresas tienden a mitigar su impacto ambiental es debido a que el consumidor es cada vez más verde. Es decir, demanda productos más respetuosos con el medioambiente. Claro ejemplo es el plástico y como diversos movimientos ciudadanos están consiguiendo que se restrinja o prohíba su uso. Hay campañas como «Desnuda la Fruta», en la que se pide a grandes superficies reducir el plástico que las envuelven. También existen campañas de diversos ayuntamientos para reducir el agua embotellada y usar la de grifo. También está en nuestras manos el cambio climático e influimos en ello:
- Comprando electrodomésticos más eficientes.
- Racionalizando el consumo de energía.
- Favoreciendo la conducción eficiente.
- Comprando vehículos híbridos y eléctricos.
- Apostando por las renovables.
Todo cambio debe ser racional y lógico
Ya que cabe preguntarse:
- ¿Qué pasaría si ahora se cambiara el transporte basado en combustibles fósiles por energías renovables?
- Pero ¿y todos los coches “fósiles” a eliminar se podrían reciclar sin peligro para el medioambiente?
- ¿Se puede garantizar que la extracción de minerales para las baterías de los coches eléctricos no causa impacto ambiental y que al final de su vida útil podrán ser eliminadas o recicladas sin contaminación?
- ¿Te has parado a pensar en el ciclo de vida de una placa solar o de un molino eólico, en el sentido de cuánto contaminó su construcción, su mantenimiento y qué se hará al final de su vida útil?
El estudio del ciclo de vida de productos o servicios es vital para decidir lo VERDE que es una tecnología. No debemos olvidar pensar globalmente actuando localmente. Pues lo que hoy disfrutamos solo es un préstamo de los que mañana vendrán. Así que, si ayudas a reducir el impacto ambiental de tu empresa, ¿por qué no reduces el tuyo en tu vida?