La formación para los empleados nunca debería ser visto como un gasto para las empresas. Al contrario, se trata de una inversión con un retorno seguro en forma de motivación y rendimiento.
Cuando el cambio es continuo, quedarse obsoleto es una realidad que puede llegar en cualquier momento. Este es otro de los motivos que debería impulsar a las organizaciones a apostar por formar a sus trabajadores. Pudiendo evitar el estancamiento profesional y aumentando la sensación de permanencia. Así como el estimulo por ser parte del éxito común del negocio.
La formación bonificada o programada es la propuesta estatal para ayudar a la formación de los trabajadores que están en activo. Es una herramienta que las empresas tienen a su disposición para optimizar el rendimiento y la productividad.
Formación bonificada: qué es y qué no es
La formación bonificada nació en el año 1992. Hace casi 30 años que se creó este programa pensando en ayudar a las empresas de menor tamaño a formar a sus empleados. Sobre todo estaba dirigido a este sector ya que las grandes organizaciones, en muchas ocasiones, disponen de un departamento propio para este cometido.
La gestión de la formación programada se ha llevado a cabo por entidades que se han ido transformando hasta la actual: Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (FUNDAE). No obstante, no se trata de una empresa organizadora de cursos. Por lo tanto, es la entidad pública que gestiona el uso de los fondos.
Por otra parte, es importante saber que este tipo de formación está regulada por la Ley 30/2015 y por el Real Decreto 694/2017.
Teniendo esto claro, podemos decir que la formación bonificada es un programa estatal de ayudas para la formación de empleados que se concede a las empresas. No obstante, no debemos confundir este programa con el de formación subvencionada.
Los créditos de formación bonificada
Las empresas disponen de una cantidad económica que proviene de su cotización y la de sus trabajadores a la Seguridad Social. El 0,7% de la base de cotización (la organización paga un 6% y el empleado un 1%) en el concepto de “formación profesional”.
Esta es la forma a través de la cual las empresas pueden conseguir los créditos de formación bonificada. No obstante, cada compañía tendrá su propio saldo en base al número de empleados, por ejemplo.
¿Quiénes tienen acceso?
Para que una compañía pueda utilizar sus créditos de formación bonificada es imprescindible que esté al corriente de pago de las cuotas a la Seguridad Social y Hacienda. Evidentemente, debe tener los centros de trabajo en el Estado Español y cotizar por la mencionada contingencia “formación profesional”.
Estas son algunas de las cuestiones que deben cumplir sí o sí las empresas, ¿pero quiénes podrán formarse si se cumplen estos requisitos?
- Trabajadores por cuenta ajena (funcionarios no incluidos, tienen su propio sistema organizado por la Administración).
- Trabajadores fijos discontinuos (cuando estén en ocupación y cuando no lo estén).
- Personas que pasen a estar desempleadas durante la realización de la formación.
- Empleados en períodos de suspensión de empleo (ERE, ERTE,…).
Tipos de modalidades para la realización de los cursos
Podemos encontrar tres categorías diferentes para impartir la formación: presencial, teleformación y mixta. De esta forma, cada empresa puede utilizar la fórmula que mejor encaje con sus necesidades.
- Presencial: como su nombre indica es relevante que los participantes y el formador se encuentren de forma física durante toda la formación. No obstante, puede realizarse fuera de la empresa o en el lugar de trabajo (conocido como formación in company).
- Teleformación: se trata de aquella que se realiza completamente online. Pero debe existir una vía de comunicación directa como una plataforma e-learning con tutores contenidos adaptados y digitalizados.
- Mixta: es una mezcla de las dos anteriores, combina la presencialidad con la formación en línea.
En este sentido, hay que tener en cuenta también que la formación elegida tiene que estar relacionada con la actividad de la empresa. Asimismo, no se les pueden cobrar absolutamente nada a los trabajadores que realicen los cursos.
Por otra parte, hay que tener en cuenta las horas de impartición. No podrán ser cursos de menos de dos horas y tampoco podrán superar las ocho diarias (salvo que sea una única jornada). Tampoco contabilizan como formación bonificada acciones como jornadas o congresos.
Contabilizar la formación bonificada
¿Cuánto tengo, cuándo lo puedo gastar y cómo debo pagarlo? Puede que estas sean las preguntas más repetidas en tu cabeza. Pero a continuación vamos a tratar de darles respuesta.
En primer lugar, como ya hemos mencionado, el crédito disponible depende de cada empresa. Hay un mínimo de 420 euros al año establecido para las organizaciones con menos de cinco trabajadores.
Con las compañías de más empleados irá variando el crédito, pero no te preocupes porque en IOE Business School nos ocupamos de todas las gestiones necesarias. No tendrás que perder tiempo en trámites, nosotros te asesoramos y gestionamos la formación bonificada sin costes extra.
En cuanto a la segunda pregunta, hasta hace muy poco los créditos para la formación programada tenían que gastarse en un año natural. De lo contrario, no podrían aprovecharse.
En este momento, las empresas con más de 50 trabajadores en plantilla continúan sujetos a esta norma. Si el 31 de diciembre no se han gastado los créditos, desaparecen.
Pero para las empresas con menos de esta cantidad de empleados, la norma hace una excepción. Por lo tanto, estas organizaciones pueden guardar su crédito anual para consumirlo hasta dos años después.
Sin embargo, para poder acogerse a esta “ventaja” es necesario que la empresa informe a FUNDAE durante el primer semestre del año. Es decir, antes del 30 de junio.
Por último, puede que como empresario te estés preguntando si esta formación tendrá algún coste para ti. En primera instancia la organización debe abonar la factura de la formación y, posteriormente, esta cantidad se le descontará en concepto de cotizaciones sociales.
Ventajas de la formación programada para la empresa
No hay mayor beneficio que mantener una plantilla formada y actualizada. Los trabajadores se sentirán más satisfechos y podrán mejorar su rendimiento, así como aportar valor al negocio. Además, de satisfacer sus propias necesidades de autorrealización.
Esto tiene consecuencia como el aumento de la competitividad y de la productividad. Así como el compromiso que sienten con la empresa. Al mismo tiempo, se incrementa la adaptación a los cambios y facilita el uso de las nuevas tecnologías para seguir avanzando.
Estas son solo algunas de las cuestiones que deben motivarte para que ofrecer a tus trabajadores cursos para que sigan aprendiendo. Si alguien te pregunta qué es la formación bonificada, no dudes en contestarle: ¡un impulso del talento para las empresas!